Tiempo en Granada | Posición del Granada C.F. |
26 puntos (Jornada 17) 7º |
Mayo de 2010 | ||||||
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(A todos los granadinistas que no sobrevivieron para ver el ascenso)
No sé si lo habrás visto,
tal vez lo hayas oído
o en un golpe de niebla el tacto o el olor
que ha dejado en los cuerpos la alegría
te ha rozado los brazos como a un niño.
Me duele esta pasión tan llena de recuerdos,
esta felicidad en la que ya no existes.
Recuerdo el viejo estadio de Los Cármenes,
mis manos en la valla y mi ilusión
puesta en cada segundo, en un centímetro,
la distancia y el tiempo sostenidos
para cambiarlo todo.
Con tu bufanda al cuello, rojiblanca,
con tus sueños tan justos y tan nobles,
soñábamos los dos con el ascenso.
Parecía tan lejos que en cada decepción
había una mirada entre nosotros
que nos hacía iguales.
Tú me hablabas de Porta, de Fernández,
de la muerte de Alberty y sus naranjas,
de un carnet compartido para ver media liga,
de unos tiempos más grises pese a rozar la gloria…
Yo faltaba al colegio para ver entrenar
a Notario y a Ángel
o al ansioso de Lucas que marcó el gol aquel,
tienes que recordarlo,
el tiempo se detuvo y el balón
acarició las redes. Parece que estoy viendo
su carrera furiosa que se rompió en un llanto.
Ya lo sabes,
la suerte nunca estuvo a nuestro lado
pero en el sufrimiento
se aprende a distinguir a los hipócritas
y a buscar un refugio en las buenas personas.
Cuando todos nos daban por perdidos,
cuando todos los puentes se hicieron precipicios
y alguien echaba tierra en nuestros labios
con la sonrisa cínica de un traidor victorioso
y repetían muerte, muerte, muerte,
con la voz de quien juzga mientras reza.
Entonces (cuánto habrías gozado aquel milagro)
la magia se volcó sobre nosotros.
No sé si lo habrás visto.
El 23 de mayo del año 2010,
muy cerca de Madrid,
volvimos a Segunda.
Sufrimos como nunca o como siempre,
el tiempo se detuvo en un atardecer
que nos perteneció.
Sobre el césped mojado de Alcorcón,
cuando el aire quemaba y la alegría
caía de los ojos de tantos como yo
que te echaron en falta,
pensé en aquellas tardes de mi infancia,
en los sueños más nobles,
en los hombres que dejan en la vida un abrigo,
algo en lo que creer, un sueño del tamaño de una hormiga,
un minuto de rabia o de felicidad
encerrado en un vaso,
una emoción posible que acaricie el futuro.
Esos hombres pasaron por el mundo
para hacerlo mejor.
No sé si lo habrás visto,
pero te habrá llenado de orgullo la mirada.
FERNANDO VALVERDE (Inédito, Mayo de 2010)